Esther Pita es fotógrafa, y con la cámara capta como nadie la atmósfera y la luz del Mediterráneo. Colores tierra, luz dorada y el azul del mar en cualquiera de las estaciones. En esta foto, nos invita a huir con ella al Cabo de Gata, ese lugar especial, rocoso y árido pero lleno de belleza que tiene Almería. Lugar refugio donde escaparnos cuando huimos de nuestra rutina diaria y que estos días, nos trasmite la sensación de libertad que tiene el estar cerca del mar. Desde su cuarentena en su casa de Málaga, comparte también un poema de Chantal Maillard con un título evocador y que, si cerramos los ojos, nos hace trasladarnos con ella al sur, al mar.

Huir

Sin pertenencias salvo
el cuerpo que se hereda: la
indispensable prótesis.

Huir.
De otros.
O de la propia sombra cuando adopta
la forma de los otros.

De Corinto a Atenas de
Italia a Tesalia de Fenicia
a Persia y de vuelta a Cólquide
embarcar de nuevo
rumbo a quién sabe dónde
cruzando el Adriático encallar
en las costas de Libia
de Córcega de Ampurias

o del Mar de Alborán.

¡Qué intensa era la luz allí
qué profunda y clara el agua!
En otro tiempo. Otra historia.
¿O es la misma?
¿No son todas acaso la misma historia?

Del Bósforo al Mar de Alborán cuánto dista:
¿unos pocos centímetros en un mapa
unos siglos de errancia
una breve mención en un cuaderno de viaje?

Bien sé que todo lo vivido fue
una estrategia dilatada.
Fui en busca de otros horizontes.
Hice danzar el ego
como un oso drogado con opiáceos

consciente del zarpazo con que
un día

al despertar de su letargo
me mostraría la nada y
en ella

la pena-placenta que la nutre.
Todo círculo es vicioso:
en cualquier punto en el que inicies
el trayecto
te encuentras al final del mismo.
En cualquier punto estás en el inicio.

Esther Pita y la libertad cerca del mar. Cabo de Gata

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